Os dejo uno.
Con honor diplomado en necedades
un perfecto ignorante en sentimientos.
Permutaste mis gozos por tormentos
conjugando torvas crueldades.
Mi aliento, profano en tus maldades
ávido consumió los alimentos,
y sintió cabal nuestros momentos
confundiendo mentiras con verdades.
No serán tus días de blanco mirlo
que siempre salda su deuda el destino,
cumplidor y fiel con cada hombre.
En el soplo último, fin del camino,
cuando la vieja Atropos corte el hilo,
pronunciarás con fuerza mi nombre.