lunes, 1 de noviembre de 2010

SONETO

A mí me sigue gustando la poesía de siempre, especialmente los sonetos.
Os dejo uno.


Con honor diplomado en necedades
un perfecto ignorante en sentimientos.
Permutaste mis gozos por tormentos
conjugando torvas crueldades.

Mi aliento, profano en tus maldades
ávido consumió los alimentos,
y sintió cabal nuestros momentos
confundiendo mentiras con verdades.

No serán tus días de blanco mirlo
que siempre salda su deuda el destino,
cumplidor y fiel con cada hombre.
                  
En  el soplo último, fin del camino,
cuando la vieja Atropos corte el hilo,
pronunciarás con fuerza mi nombre.

VIVENCIAS

Me desperté antes de lo previsto, a mi mente le urgía espantar el pensamiento que, por culpa del  negativo de mi sangre, durante los últimos meses me había acompañado. A veces, tal pensamiento se me pegaba en la sesera igual que un chicle, que por más que lo estiraba no conseguía desprender; al contrario, crecía y crecía hasta formar, conmigo dentro, una descomunal pompa que me ahogaba.
—¿Es normal? ¿Está bien? —fueron mis primeras palabras.
—Sí, y está perfectamente.
—¿Qué hora es?
—Las tres y media.
Escuché a la misma enfermera comentar: “Que pregunta más rara. ¿Para que querrá saber la hora?”. Y un eco lejano  que repetía: “Es una niña preciosa, es una niña preciosa, es una…”
Sabía que mi hija había nacido sin problemas, y a que hora se había consumado mi anhelo. Ya me podía abandonar de nuevo al sueño inducido.