domingo, 20 de marzo de 2011

LEYENDA MORA


No está escrita en los papeles, pero desde hace siglos circula de boca en boca esta hermosa leyenda.
Dicen que un sultán moro recorría a caballo ciertas montañas del norte de Cáceres, y subyugado por el paisaje, donde señoreaban gargantas, fuentes, arroyos, y tal variedad de plantas que  parecía un jardín botánico, decidió fijar su residencia en dicho lugar.  
Mandó traer a su favorita y la instaló en un magnífico palacio, para que compartiera con él tanta perfección, porque dicen que, al contrario que sucede con las penas que al participarlas a otros parece que menguan, la belleza compartida se engrandece.
Al poco tiempo de su llegada la favorita comenzó a mostrarse triste. El sultán, que la adoraba, preocupado por su estado la cubrió de riquezas, pensando que esto la animaría, pero no lo consiguió, la favorita seguía cada día más afligida.
—¿Qué te sucede amada mía que ni tu mirada ni voz son cantarinas como antes?
—Echo de menos la nieve de Sierra Nevada que contemplaba desde mis aposentos de la Alhambra.
Reunió a todos sus consejeros. Durante una semana estuvieron deliberando para ver la forma de satisfacer a la favorita sin encontrar respuesta, hasta que uno de ellos se atrevió a sugerir al sultán una idea que a éste le pareció genial.
Al día siguiente una legión de súbditos y esclavos se pusieron manos a la obra, y en pocos meses todas las montañas que la favorita divisaba desde el palacio, estuvieron cubiertas de cerezos, para que cuando llegara el tiempo de floración pareciera que el campo estuviese nevado.
Y así nació el Valle del Jerte, cuyos cerezos están a punto de florecer.