domingo, 2 de enero de 2011

MIS DÍAS EN PALACIO XI

Ya he comentado anteriormente que el Palacio Real es como una pequeña ciudad, que se autoabastece de la mayor parte de los servicios que le son necesarios. Siguiendo esta línea y adaptándose a los tiempos actuales, dentro del recinto disponemos de: dos cajeros automáticos de distintas entidades bancarias, consulta médica permanente para cualquier eventualidad, oficina de correos,  dos cafeterías, y, hasta hace poco tiempo, había  una agencia de viaje.

De las dos cafeterías, la que está situada en los bajos de Palacio es sólo para empleados, en ella podemos desayunar o comer por poco dinero. La otra es para visitantes y trabajadores.
Respecto a ésta última me contaron una anécdota. En una ocasión y sin previo aviso, se presentó el príncipe con unos amigos. Podéis imaginar como se quedaron los camareros, turistas y resto del personal. Para poder preservar un poco su intimidad, rápidamente instalaron un biombo. Al parecer se les había hecho más tarde de lo que esperaban (no sé para qué se habían reunido), y como en Palacio hay una seguridad que no tiene cualquier restaurante, decidieron comer en su cafetería. No hubo ningún protocolo ni nada especial.