jueves, 27 de enero de 2011

MENTE PRODIGIOSA

Habían pasado veinte años  y tuvo que hacer un esfuerzo para recordar lo que había ocurrido dentro de la habitación 426 del hotel. Escarbó en su memoria hasta recuperar el momento. Todo aquello había durado demasiado, ya era hora de ponerle fin.

En su ingenuidad adolescente creyó lo que él quiso contarle, y se entregó a su  primera intimidad con toda la generosidad de que era capaz. En realidad su primera mentira no le dolió tanto, se lo imaginaba, los pequeños detalles le habían delatado. Le dolió que la mantuviera cuando ella le preguntó si era libre, y, también, comprobar que había sido presa veraniega de cazador profesional de turistas.

Nuestra mente es poderosa, se decía, estaba convencida de que en ocasiones podía existir la transmisión del pensamiento, y de que si algo se deseaba intensamente sin que hubiera el más mínimo resquicio a la duda, ese algo se cumplía. CONVENCIMIENTO Y SEGURIDAD, son las claves, se repetía.

Jugaban como niños en la habitación, él la levantó en alto como si fuese una niña pequeña, reían. Al bajarla, cuando sus bocas estaban a la misma altura, le atrajo hacia si y le empujó suavemente hacia la cama. Comenzó a colmar de caricias su cuerpo de varón que instantáneamente respondió a los estímulos. Ya había aprendido a amar, nada que ver con su primera entrega, su boca y sus manos, expertas ahora, tejían una telaraña de placer en la que él se enredaba sumiso. Ahora eres mío, te tengo en mis manos —pensaba—, el resto del mundo no existe, sólo tu y yo y este momento, y le transmitió la orden: “SERÁS EL CAZADOR CAZADO, NO ME OLVIDARÁS EL RESTO DE TU VIDA”.
Ella no era persona vengativa ni de malos sentimientos, tampoco lo premeditó, le surgió espontáneamente.

A partir de entonces todos los años, sin olvidar ninguno, el primer día de primavera ella recibía la llamada telefónica de él.

Ahora su vida hacía tiempo que había tomado otros caminos, y todo esto se le presentaba tan ausente..., era un recuerdo tan borroso… Decidió liberarlo, no más llamadas.