Fundió las rejas del hambre,
de la miseria enquistada en sus estómagos,
en sus miradas, en sus manos,
en sus pies cansados de buscar en la nada
durante siglos.
Y les dijo: “Levantaos y andad”.
Tan sólo tengo mis brazos,
mis piernas, mi corazón,
mis ojos, mi voz, mi entusiasmo,
mi amor, y mi voluntad.
Escuchó su voz el agua,
el sol, la tierra, y el viento,
que, raudo cual cartero diligente,
repartió el mensaje.
que, raudo cual cartero diligente,
repartió el mensaje.
Despertaron las almas dormidas.
Una dijo: estoy aquí,
y yo, y yo, y yo también…
Todos los descastado se sintieron lázaros.