jueves, 10 de febrero de 2011

ASCO


Me repugnaba su boca inundada de ensaladilla rusa, la mahonesa le resbalaba por las comisuras de los labios, y reía tontamente, y en esa risa necia y torpe, abría, hasta parecer una embocadura lechosa, su bocaza. La cerraba,  y después sacaba la lengua hasta la barbilla, para relamer con ligereza los restos alimenticios.

Y volvía a reír y a comer, a rebosarle de nuevo la crema blanquecina, que a veces, sin obstáculo de servilleta, en su recorrido mandibular, resbalaba, para caer como cuajarones blancos en el plato. Y a mi me daba asco y nauseas y se me esfumaba el apetito, y me ponía nerviosa esa lengua de culebra, que como un relámpago embestía y rebañaba.
En esos momentos, viéndole babosear mayonesa, toda su lucidez mental se anulaba.