Tendemos por costumbre los humanos
rondar, anticiparnos a los hechos
saturando nuestros huesos y lechos
de presagios venideros malsanos.
El insomnio cosido entre las manos
y el ansia oprimiéndonos los pechos
cansados, tristes, lasos y maltrechos
empleamos los días en quejarnos.
¡Ay! ¡Que vida, ni con los ojos puedo!
¡Ni siquiera tomar un alimento¡
Lamentamos furiosos con denuedo
¡No a la imaginación en movimiento!
Pues no nos sirve dar vueltas al ruedo