martes, 2 de agosto de 2011

ALIGERANDO EL EQUIPAJE

“¡Ay Jara! Este trabajo es una de esas tareas que te cuesta mucho realizar. No te la has marcado tú, te la han impuesto, te la han impuesto la vida y las circunstancias. La terminarás, ¡claro que la terminarás!, no te gusta dejar las cosas a medias, pero... ¡te cuesta tanto! Además, no sé cómo te las arreglas, siempre coges el camino más largo. Te andas, te desandas, para después volver a andar lo desandado. Te vas, te vienes, te subes, te bajas, te dispersas. ¡Cuánto tiempo y esfuerzo derrochado! Tiempo y esfuerzo que podrías haber aprovechado mejor en sembrar y recolectar nuevos frutos.
Si, ya lo sé, no se puede ir por la vida con tanto equipaje, con cosas que en su día cumplieron su cometido, pero que ya sólo ocupan un precioso espacio de mí. Pero... ¡me cuesta tanto desprenderme de todo!
Aprender, siempre es tiempo para aprender. ¡Ojo! Jara, es “aprender”, no “aprehender” con h intercalada, que parece igual, pero no es lo mismo, que tú por prender, te lo prendes todo y luego no sueltas lo que tienes que soltar.
Bien, de acuerdo, desde hoy: aprendo, me desprendo y me despego”.
(Emilia Cordero, junio 2001)