domingo, 23 de enero de 2011

ADOLESCENTES

Constantemente oímos decir a los entendidos que tenemos que hablar con nuestros hijos, que la comunicación  y el diálogo son muy importantes. Pero… ¿cómo hacerlo  cuando ellos no quieren? Mi hija, de carácter fuerte, fue una adolescente un poco precoz, y pasó por todo lo que tienen que pasar a esas edades. Llegó un momento en el que mantener una conversación razonable era imposible. Pasé casi de la noche a la mañana, de ser todo su mundo, a ser su enemiga.
Mi preocupación era grande, aumentada, además, porque tenía nuevas amistades no muy recomendables. El miedo a que se torciera definitivamente, me hizo buscar la forma de comunicarme con ella, y  encontré un método que fue efectivo. Cuando la situación era muy tensa y fácilmente se podía llegar al grito y a decir algo de lo que más tarde ambas nos arrepentiríamos, optaba por dejar pasar  el momento, y después le dejaba una nota encima de su cama. Pasado un tiempo de reflexión, ella me contestaba con otra que dejaba encima de la mía. Después, a veces, terminábamos conversando hasta altas horas de la noche.
Ahora es una persona independiente, trabajadora y familiar. Compruebo con satisfacción que no todas mis enseñanzas cayeron en saco roto.
Haciendo limpieza en su dormitorio de soltera, encontré una de esas notas, y el hecho de que la haya conservado, es para mí señal inequívoca de que surtieron el efecto deseado. Transcribo parte  a continuación.   
Tú y yo, y a veces los abuelo, formamos una familia, pequeña, eso sí, pero al fin y al cabo una familia. En ella, todos los miembros de la misma, tienen sus derechos y sus obligaciones; normas que han de cumplir para que haya una armonía.
Como parece que últimamente te has olvidado bastante de tus obligaciones y sólo recuerdas los derechos, me permito darte a continuación una lista de sugerencias:
    Comer y cuidarte la salud. Es una obligación principalmente hacia ti.
    Estudiar, sacar adelante el trimestre y el curso. Recuerda que si lo haces te doblo la paga.
    No llegar tarde. Durante los días laborales me gustaría encontrarte en casa estudiando cuando llego de trabajar.
    Que me trates con respeto, no te estoy pidiendo cariño, sólo respeto.
    No me mientas, es una de las cosas que más odio.
    No faltes a clase cuando te venga en gana, y por supuesto, no falsifiques después los justificantes.
    No me cojas dinero, ni me sises, tomar lo que no es tuyo es un defecto muy feo. Si necesitas más dinero para tus gastos, ya sabes lo que tienes que hacer.
    Recupera tu dignidad. Tenías una bonita y gran personalidad, recupérala y enriquécela con las experiencias vividas.
    Recoge tu habitación. Eres un ser humano civilizado, no un  animal que vive en una pocilga.
    Trata con respeto a los abuelos, discúlpales sus fallos, se comprensiva y flexible con ellos.
    Por último, no olvides nunca que soy tu madre, no tu enemiga, y que nadie te va querer y se va  a preocupar tanto por ti como yo.