lunes, 14 de marzo de 2011

VIDA ENCLAUSTRADA




Solitario claustro donde la belleza creada por las expertas manos del hombre se aburre de soledad, porque apenas hay espíritus que se sublimen contemplándolo, ni ojos que se pierdan hipnotizados por tan exquisitas filigranas. Pasillos del claustro donde habrán brotado y madurado, para quedarse después flotando en el ambiente, deseos mundanos, deseos lujuriosos de la carne no satisfechos, que vagan por todas las estancias del convento igual que fantasmas.
Almas sin juicio ni culpa, encarceladas de por vida, y con ellas todos sus sueños y quimeras.

Cuando trabajaba en Palacio tenía en el despacho enfrente de la mesa, un cartel grande  del claustro del Real Monasterio de Santa Clara en Tordesillas. Lo miraba muchas veces, y me ponía a imaginar  como sería la vida dentro de sus paredes. Pensaba especialmente en las mujeres de la nobleza, que, porque convenía que así fuera y sin ellas quererlo, fueron encerradas en conventos, algunas desde niñas.

5 comentarios:

  1. Si, cuantas vidas habrán visto pasar esos claustros...

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  2. A lo mejor en una épocas de verdadero hambre la vida dentro del convento era mas fácil que fuera.

    Siempre en épocas de crisis económica, las vocaciones religiosas aumentan.

    Me gusta como lo cuentas. Volveré a leerte.

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  3. Hola, Jara, te vi como seguidora del blog de un amigo y decidí visitarte, me pareció muy bueno tu espacio, así que voy a quedarme por aquí como seguidor también.
    Si no te parece mal, te invito a pasar por el mío.
    Un saludo desde Argentina.
    Humberto.

    www.humbertodib.blogspot.com

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  4. En 1972 TVE emitió una serie de televisión, bajo la supervisión y colaboración de Patrimonio Nacional, digida por Mario Camus, presentada por Natalia Figueroa y con guión de Antonio Gala. Aquel programa se titulaba "SI LAS PIEDRAS HABLARAN" y creo que del Real Monasterio de Santa Clara no se habló,(cosa lógica dado que nuestros referentes culturales e históricos son inmensos).

    Pero efectivamente Emi, si las piedras hablaran nos contarían los ires y venires de aquellas jóvenes clarisas, sus conversaciones, sus lágrimas, las frustraciones contenidas de unas y -porqué no- las alegrías de otras.

    En todo caso estoy convencida, porque así lo pienso, que por allí seguirán caminando, arrastrando sus largas vestiduras y con sus tocas ceñidas, muchas de esas almas que por algún motivo han decidido permanecer voluntariamente en aquel claustro, o que, al contrario y por desgracia, tal vez no han sabido como salir de su encierro, ni aún después de muertas.

    Te felicito querida amiga, has hecho una entrada, como tu acostumbras: breve y deliciosa.

    Un beso muy fuerte.

    Ali.

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  5. Hola Jara:
    Inevitablemente he tenido que pensar en mi Juana la Loca con este tu relato.
    Saludos,
    Ana Rosa

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