sábado, 30 de julio de 2011

DESCUBRIENDO

El fuerte viento que soplaba de frente retardaba sus pasos. En el suelo, boca arriba, un polluelo de gorrión que el aire había arrancado del nido, tratando de darse la vuelta, movía desesperado sus patitas.
Lo cogió y acurró en sus manos, y al instante expiró, dedujo entonces, que el pataleo de hacía unos momentos eran los estertores de la muerte.
-Abuela, ¿lo puedo tocar?
-Claro, mi niño, y cogerlo también.
-Le voy a cuidar y dar de comer.
-No puedes, cariño, está muerto.
El niño no entendía muy bien lo que su abuela le decía, por eso, cuando llegaron a casa le guardó en una caja. Al día siguiente al levantarse fue a buscar al pajarito y no lo encontró, su abuela lo había hecho desaparecer.
-Pero yo quería cuidarle.
-Ya te dije, mi niño, que estaba muerto.
-¿Y ya no come?
-No, ya no come, ya no hace nada, y si lo dejamos en la caja pronto olerá mal.
El niño se quedó pensando unos momentos.
-Abuela, me gustaría volar.
-¿Para ver el mundo desde arriba?
-Sí, y por más cosas. No me quiero morir
Intentando comprender lo que el nieto había querido decir, la que meditaba ahora era la abuela.
-¿Quieres volar para huir de la muerte?
-Eso es, abuelita, porque si vuelo muy rápido no me puede alcanzar, que yo no me quiero morir nunca.
La abuela le atrajo hacia su pecho, le acarició la cabeza y le estampó un beso.

6 comentarios:

  1. Las reflexiones de los niños muchas veces esconden toda la verdad.
    Yo también he deseado volar en muchas ocasiones para escapar , no de la muerte pero sí de muchas situaciones.
    Me encantaría que visitaras mi blog y me dieras tu sincera opinión.
    http://lairaconira.blogspot.com/
    1 beso combustionado.

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  2. Muy buen reflexión, me gusto tu entrada.

    saludos

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  3. Laira, gracias por comentarme. Te visitaré.

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  4. Pocofre, gracias por dedicarme tu tiempo.

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  5. Hola Jara, un placer leer estos relatos tan auténticos, me encanta la manera que tienes de enlazar las ideas que dan como resultado, una satisfactoria sensación.

    Saludos cordiales

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  6. Querida Emi:

    En primer lugar mis disculpas por no haberte comentado antes. Sí puedo decirte que el relato lo leí practicamente en cuanto lo colgaste, pero el dichoso Internet me tiene loca y se me corta a veces en minutos. Ni siquiera estoy segura de poder terminar este comentario.
    ¿Que quieres que te diga niña mia? Pues como siempre: ¡¡enhorabuena!!
    Me gusta mucho como escribes y cómo no me ha encantado tu entrada, que en la que cubres lo descarnado con dulzura y lo frio con calidez.

    Un beso enorme.

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