(Ahora que estoy inmersa en la literatura medieval, no he podido evitar insertar este romance)
En Sevilla está una ermita,
En Sevilla está una ermita,
cual dicen de San Simón,
adonde todas las damas
iban a hacer oración.
Allá va la mi señora,
sobre todas la mejor:
saya lleva sobre saya;
mantilla de un tornasol;
en la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara muy blanca
lleva un poco de color,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol,
a la entrada de la ermita
relumbrando como un sol.
El abad que dice misa
no la puede decir, non;
monaguillos que le ayudan
no aciertan responder, non;
por decir “amén, amén”
decían “amor, amor”.
Hola amiga, una bella entrada sobre el romancero viejo que no conocía, y es que hay cosas escritas bellísimas, a mi me encanta. Un beso amiga.
ResponderEliminar¡muy original tu romance, espero máaaaaas!!!1
ResponderEliminarAy que bonito, ojalá que existiera en verdad esa ermita en Sevilla para buscarla y revivir esa bella estampa.
ResponderEliminarUn abrazo
EDITORIAL PORTILLA
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¡Qué bonito es el Romancero!
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