martes, 31 de marzo de 2015

EL PODER DE LA BONDAD

EL PODER DE LA BONDAD
(A la memoria de Sofía, un alma buena)

Ella, la protagonista, acostumbraba a llevar en el bolsillo del mandil un coscurro de pan, higos secos, castañas, o cualquier otro alimento que para Canito supusiese una golosina.
Él, el empleado de la finca, no se separaba nunca de su vardasca. La había elegido  con esmero, cuidando de seleccionar la más correosa y flexible. Con ella entre las manos se sentía poderoso, y su mísero espíritu disfrutaba utilizándola con saña sobre el manso animal.
Harto ya de  tantos golpes, ese día Canito, sin parar de moverse, se negó a que el empleado le aparejara, y, ante tal negativa, el bruto agarró su vardasca dispuesto a  descargarla sobre el mulo, el cual, para evitar la somanta de palos que se le avecinaba, escapó trotando. El empleado lo alcanzó junto a la valla del lindero. Zis zas, rugía la vardasca cortando el aire; pum, pum, disparaba Canito sus patas traseras. Preñado de rabia el bruto embestía cada vez con más fuerza, y cada vez Canito esquivaba los golpes y coceaba con celeridad. En uno de los envites una pezuña rozó la nariz del bruto y  cayó al suelo. Acudieron en su ayuda los labradores de las fincas colindantes, que, a pesar de los esfuerzos, tampoco consiguieron doblegar al animal.
Llevada por un pálpito extraño que le recorrió el cuerpo, ella enfocó la mirada hacia lo lejos, y al instante se percató de lo que ocurría. Instintivamente se palpó los bolsillos del delantal para asegurarse de que llevaba provisiones, y con paso sereno se dirigió al cercado
Canito, tranquilo, no pasa nada, tranquilo, le repetía. Su presencia y su voz que emanaban dulzura, eran como drogas tranquilizantes que calmaban al mulo. Mientras le hablaba y acariciaba con la mirada, con una mano buscó el coscurro de pan en el bolsillo del delantal, y con la otra le cosquilleaba la testa a la altura de los ojos, y, ante el asombro de los hombres, el mulo se rindió.
Ahora ella era ya  la dueña de la voluntad de Canito.
Quien en esta vida reparte palos, es probable que algún día reciba coces.

2 comentarios:

  1. Gracias Emilia por este homenaje a mi madre, me ha emocionado mucho y escribes muy bien, he leído más de entradas de tu blog y me gusta mucho. Te doy las gracias de nuevo y ella también te las daría. Se nota con el cariño que lo has escrito. GRACIAS EMILIA.

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  2. No tienes que darme las gracias Belén, lo he escrito encantada, ella me inspiraba mucho cariño.
    Gracias a ti por leerme.
    Un abrazo.

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