domingo, 30 de enero de 2011

INVITACIÓN

Muchas veces me pediste que te escribiera una carta de amor, te hacía ilusión, no importaba que nos viésemos diariamente, tú querías una carta de amor a toda costa. Yo... enredada en mi trabajo y en las cosas cotidianas de cada día te decía: “Mañana”, para al día siguiente, ante tu nuevo requerimiento, contestar: “Hoy no tengo tiempo, lo haré en otro momento”.Y así pasaron las semanas, los meses y los años.
 Es ahora, que ya te has ido, cuando me lo pide el corazón, me lo está exigiendo, porque quiere gritar  –aunque sea a tu silencio- lo que entonces no te dijo. Me despisté, y no caí en la cuenta, de que al oído también le gusta sentir la dulzura que transmite al alma el sonido de ciertas palabras. No me daba cuenta de tú presencia, como no me daba cuenta de que existe el aire, simplemente estabas. Atolondrada, apenas notaba tu existencia, tenía mis ideas, mis proyectos, mi vida programada, y tú... un eslabón más de la cadena.
 No hace mucho fue el día de nuestro aniversario. ¡Cinco años ya! Y sabiendo que tu ego no te permite dar el primer paso, intenté el acercamiento, y a la vez me  aseguré  de que tus sentimientos hacia mí seguían intactos. ¡Ni te diste cuenta! Ingenuamente creíste que fue casual, pero yo, en mi deseo de recuperarte, había preparado el encuentro con esmero. Me duché, lavé y peiné mis cabellos, me maquillé, perfumé, y me puse el vestido que tanto me favorece, el que llevaba el día que nos conocimos y que aún conservo. Estaba espléndida, me sentía más Eva que nunca. Puntual, a la hora en que sé que pasabas por cierto lugar, estaba también yo haciéndome la despistada, como quien no quiere la cosa. Te vi venir de lejos, pero dejé que fueses tu quien me descubriera primero. Te acercaste, charlamos; tú, con la cabeza baja, yo, buscando tu mirada. Por  un momento tus ojos se encontraron con los míos. Fue sólo un instante, después... murmurando repetías: “No puedo, no puedo, no puedo mirarte”, y a toda prisa huiste de mí. Sí, fue sólo un segundo, más en ese segundo yo leí en tus ojos todo lo que tu corazón quería decirme, y que tu boca sellada no repetía. ¡Hay ese maldito orgullo!, nos está destrozando a los dos. Te vence, y no puedes ni quieres mirarme a los ojos, porque en cuanto enfrentas mi amorosa mirada, y contemplas mi boca sensual, se te caen los palos del sombrajo. Siempre tu orgullo, tu férreo orgullo, y también tu cobardía: te falta valor para enfrentarte al mundo y a todos, a ti el primero  ¿Cuándo harás caso a tu corazón? ¿No ves que yo no entiendo de rencores?
Cada día que pasa, se me preña más el alma de añoranzas de ti, de tus caricias, de tus cuidados, de tus cariños; porque tú eres un hombre tremendamente cariñoso ¿lo sabias? Y... ¿sabias que eran tus cariños y tus mimos los que me ataban a ti?. Mimos y caricias que  me regalabas, y que yo codiciosa consideraba de propiedad privada.  Recuerdo, por ejemplo, cuando me decías: “Mi niña, no hagas eso, no cojas peso que te puedes hacer daño”.Y yo te respondía: “Mímame siempre así”. Acostumbrada a tenerte cerca, me es difícil concebir la vida sin tu presencia y tu persona literalmente  prendidas en mí, a mi lado, muy pegadito, entregado por completo, con ansia, siempre hambriento, nunca lleno, como un niño glotón que jamás se encuentra satisfecho. Y ahora, dime, ¿dónde estás? ¿Quién está usurpando mis regalos?
Son las once y media de la noche, nuestra hora mágica antes de entregarnos en los brazos de Morfeo, y porque para mí sigue siendo esa hora mágica, cada noche evoco tu recuerdo, y mi mente te llama, te cita en la distancia, te invita a la fiesta y te regala un “youyou”, ese juego amoroso que me inventé y en el que al final siempre repetías: “¡Pecado! ¡Por fuerza tiene que ser pecado tanto goce!”.
Y hoy, más que nunca, quiero pecar contigo, pecar mortalmente, porque siento mis manos, mi boca y todo mi cuerpo cargados de lujuria, y me quiero descargar en ti, y con mis exuberantes labios de hembra abrazar tu virilidad, narcotizarte y hacerte un yonqui, un adicto a mí.
Bueno, la invitación está hecha, por si aparcando tus miedos y tu orgullo, tienes a bien acudir a la cita. Esperaré con los brazos abiertos.

3 comentarios:

  1. ¡ay pero que bonito! Tiene que ser real, no puedes haberte inventado tanto verismo. Me has hecho vibrar y querer vivir tb esas emociones. bsssssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  2. Asuamre, que bien hecho ese último parrafo, solo deje volar mi imaginacion.

    saludos.

    ResponderEliminar
  3. Caramba, carambita, carambola.... Sensualidad a raudales Emi, la verdad es que lo he vivido, me ha pasado lo mismo ques Glo. Lástima que esté un poco malita y aunque me pusieran al mismísimo Brad Pitt delante de mis ojos, dispuesto a hacer locuras conmigo (cosa que dudo porque para eso tiene e su Angelina Jolie), tendría que declinar gentilmente su invitación, jajajaja. Me ha gustado muchísimo.
    Besitos.

    ResponderEliminar